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El consumo de alcohol en menores: esa gran droga tan conocida como aceptada

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Es curioso como vemos -casi todos- bien el «echar una cervecita», o salir a «echar un cigarro»…. Pero sin duda vemos mal tomar cualquier otro tipo de droga (esnifada, inyectada…). Algunas de ellas incluso nos pueden producir repulsión, asco….

Pero, sin duda, el alcohol es ese gran aceptado, ese «no pasa nada», ese «social»…. y siento deciros que el alcohol, al igual que otras muchas, es una droga, un tóxico y nada bien le hace a tu cuerpo. De hecho, cuando te emborrachas, es porque tu cuerpo -tu hígado entre otros- no es capaz de «aguantar» y depurar la carga que le estás dando, y por lo tanto acabas intoxicado afectando a tu cerebro, y por ende, a tu sistema respiratorio, circulatorio, equilibrio, habla…. Seguro que alguna vez has sentido los efectos.

El consumo de alcohol en menores de edad es un tema de gran preocupación debido a los efectos adversos que puede tener en su desarrollo físico y mental. El cerebro de un adolescente está en una fase crucial de desarrollo que continúa hasta aproximadamente los 25 años. Durante este periodo, el cerebro es especialmente vulnerable a los efectos del alcohol.

El consumo de alcohol puede interferir con el desarrollo normal del cerebro, afectando áreas críticas como la memoria, la capacidad de aprendizaje y el control de impulsos.

Esto puede tener consecuencias a largo plazo, dificultando el rendimiento académico y aumentando el riesgo de problemas de salud mental.

Además de los efectos en el cerebro, el alcohol puede causar daños significativos en otros órganos del cuerpo. El hígado, por ejemplo, es uno de los órganos más afectados. En los adolescentes, el hígado aún no ha desarrollado completamente la capacidad de metabolizar el alcohol de manera eficiente, lo que puede llevar a daños hepáticos a una edad temprana. El corazón también puede verse afectado, ya que el consumo de alcohol puede aumentar la presión arterial y causar problemas cardíacos. El sistema digestivo no es inmune a estos efectos; el alcohol puede irritar el revestimiento del estómago y los intestinos, causando problemas digestivos y aumentando el riesgo de úlceras.

El consumo de alcohol en menores también está asociado con un aumento en los comportamientos de riesgo. Los adolescentes que beben alcohol tienen más probabilidades de participar en actividades peligrosas, como conducir bajo los efectos del alcohol, lo que aumenta significativamente el riesgo de accidentes y lesiones graves. Además, el consumo de alcohol puede llevar a comportamientos sexuales de riesgo, aumentando la probabilidad de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.

Es fundamental que los padres, educadores y la sociedad en general tomen medidas para prevenir el consumo de alcohol en menores.

Los padres deben hablar abiertamente con sus hijos sobre los peligros del alcohol y establecer expectativas claras y coherentes. La comunicación abierta y el apoyo emocional son esenciales para ayudar a los adolescentes a tomar decisiones informadas y saludables. Los educadores también juegan un papel crucial al proporcionar información precisa y relevante sobre los riesgos del alcohol y al fomentar un entorno escolar seguro y de apoyo.

Además, es importante que la sociedad en su conjunto trabaje para reducir el acceso de los menores al alcohol. Esto puede incluir la implementación de leyes más estrictas sobre la venta de alcohol a menores, así como campañas de concienciación pública para educar a la comunidad sobre los riesgos asociados con el consumo de alcohol en adolescentes. ¿Y tú qué opinas?

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