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Fragmento «Precio de la suerte». Un libro sobre ludopatía en adolescentes.

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Buenos días. Como bien sabéis, soy Policía tutor y me dedico, entre otras cosas, a la prevención. Prevención de menores en temas de alcohol, drogas, pantallas, internet y casas de apuestas/ludopatía. En esta ocasión, os dejo un fragmento de mi libro. Espero que os guste y si creéis interesante comprarlo, seguro que os ayuda y os aporta una visión diferente en esta temática. 

 

Siguiendo el impulso, entró en el enlace, se registró en la plataforma y descubrió que había una «oferta de bienvenida» que duplicaba su primer depósito. Pensando en que no tenía nada que perder, metió veinte euros —casi la mitad de lo que había ganado esa tarde en el trabajo— y se preparó para probar suerte. No tuvo tiempo ni de leer los términos y condiciones; la emoción del momento lo dominaba.

En cuestión de minutos, se encontró mirando la retransmisión en vivo de un partido de fútbol de una liga desconocida, con nombres impronunciables que no recordaba haber escuchado en su vida. Uno de los equipos ganaba 1-0, pero las estadísticas indicaban que el otro había tenido más tiros a puerta y mayor posesión del balón. Kevin decidió apostar diez euros al empate o a la remontada. «Si van perdiendo, la cuota es más alta… y si tienen tan buenas estadísticas, quizá merezcan la victoria», pensó, intentando convencerse de su recién estrenada intuición.

Los minutos transcurrieron con una tensión desconocida para él. Cada pase, cada tiro, cada jugada parecía llevar su corazón al límite. Cuando el partido entró en el último tramo, Kevin notó cómo se le secaba la boca y tuvo que tragar saliva varias veces. ¿Y si perdía ese dinero? ¿Y si todo era un timo? Sin embargo, en el minuto final, el equipo en el que había confiado marcó un gol, empatando el encuentro. Las apuestas se recalcularon y, de pronto, Kevin vio cómo su saldo pasaba de veinte a treinta euros.

—¡Vamos, joder! — exclamó con un grito ahogado, pues no quería que su madre lo oyera desde la planta baja. Era la primera vez en mucho tiempo que sentía algo semejante a la adrenalina pura. Algo que no fuera el aburrimiento aplastante o la resignación diaria.

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