Publicado en

Una historia real

Spread the love

Sara antes era feliz, ahora vive un calvario. 

Sara era una adolescente que acudía a su instituto, como todos los días. Tenía su rutina muy bien establecida. Se levantaba a las 7 de la mañana con el despertar de la alarma de su teléfono. Se incorporaba y, sentada en la cama, miraba si tenía algún mensaje. Se asea y se saca un «selfie» con el texto: «buenos días a todos!, hoy va a ser un gran día!, nos vemos en Insti!».

Desayuna con sus padres; ellos marchan al trabajo y ella al instituto en autobús, junto con alguna amiga más de la zona. Cogen la línea 8 y ponen otro mensajito en su social favorita: «buf, hoy exámen de mate con Joaquin, deseadme suerte!».

Una vez sale del instituto, Sara tiene varios Hobbies: juega en un club de balonmano los lunes, miércoles y viernes, el sábado partido, claro!. Los martes tiene clases de Hip-hop, le encanta bailar, sentirse libre, poder expresarse.

Pasan los días, las semanas y todo sigue con la misma rutina, vive su vida felizmente, cuelga alguna foto aquí, otra allá, comenta publicaciones, chatea con sus amigos y amigas, conoce nuevas personas.

Pero AQUEL día, fue un día negro para Sara, uno de muchos que le seguirían.

Al acudir al Instituto como todos los días, notaba que había personas que le miraban diferente, con… ¿curiosidad?, ¿morbo?, ¿asco?. No entendía nada. Por los pasillos del instituto Sara oía cuchicheos, cómo gente hablaba a sus espaldas y la señalaban. Estaba empezando a preocuparse, un agobio brutal le sacudió su cuerpo. Su teléfono empezó a recibir multitud de notificaciones; no es lo habitual, era exceso y apabullante.

Días más tarde, una de sus mejores amigas, en un alarde de valentía propia de esa edad adolescente, tan bonita y caótica a la vez, habla con ella. Y le muestra eso que nunca pensaba que iba a ver: su cara y cuerpo, todo aparentemente real, estaba en varias páginas de pornografía de internet. Habían creado varios perfiles que, aparentemente eran de Sara, pero no era así. Sara seguía sin entender nada.

Los días posteriores fueron peores aún, su teléfono era un hervidero, lleno de notificaciones, mensajes de personas extrañas escribiéndole cosas muy ofensivas, unas rozando el delito, otras, superándolo con creces.

¿Cómo habían creado todo eso SIN SU CONSENTIMIENTO?.

Sara, sin saberlo, había estado «alimentando» internet con fotos suyas, con direcciones, lugares de tránsito habitual, instituto, gustos, amistades, número de tarjeta bancaria, nombres y apellidos de conocidos y familiares….  Sin saberlo, había personas que lo sabían todo de ella.

Brutal.

Finalmente Sara acudió a la policía y poco a poco se fue solucionando su calvario, pero nunca pensó que viviría esos días tan horribles.

Internet y las redes sociales son VENTANAS, tu decides si dejarlas abiertas, entrecerradas o cerradas. Recuerda, no sabes quién está realmente al otro lado del teléfono. Asegúrate que compartes información con gente de verdad y de tu confianza.

Aquí os dejo un curso sobre el tema que estamos tratando. 

Deja un comentario