¡Buenos días a todo el mundo!
Hoy seguimos hablando de pantallas, pero vengo con novedades, os vengo a hablar del proyecto «Interacout»
Para entenderlo mejor, imagina la siguiente escena:
—“Mi hija no puede dejar de mirar el móvil. Yo le quito el WiFi y se inventa mil trucos para volver a conectarse. ¿Qué hago? ¿La vigilo las 24 horas?”
No pude evitar sonreír, porque la respuesta no está solo en lo que hagan nuestros hijos, sino en lo que hay detrás de cada pantalla.
Las aplicaciones y los teléfonos están pensados para ser irresistibles. Esa notificación roja que parpadea, el sonido que imita una campanita, el gesto de deslizar con el dedo hacia abajo como si fuese una máquina tragaperras… todo eso no es casualidad. Es diseño psicológico. Son “ganchos” que buscan mantenernos dentro, un minuto más, cinco minutos más, una hora más.
Y aquí viene la novedad: algunos investigadores están planteando un giro radical. ¿Y si, en lugar de hacer que el móvil sea tan fácil de usar, lo hiciéramos un poco más incómodo para romper ese automatismo?
Un ejemplo cotidiano
Piensa en esa costumbre de desbloquear el móvil sin darte cuenta. Estás en la cola del supermercado, en la parada del autobús o simplemente aburrido en el sofá. Tu dedo ya sabe el camino: desbloquear, deslizar, abrir la red social… y antes de que te des cuenta, llevas quince minutos viendo vídeos que ni te interesaban. Memoria muscular lo llaman, que para la música va muy bien pero en este caso…. mejor guardar un poco más el telefonito, ¿no te parece?
El proyecto InteractOut —un grupo de investigadores que estudia estos temas— propone cambiar precisamente eso: el modo en que interactuamos con el teléfono.
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Que el gesto de abrir una app requiera un paso extra.
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Que las notificaciones no aparezcan con un icono rojo que grita “mírame ya”, sino de una manera menos agresiva.
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Que el diseño del scroll (deslizar) tenga un límite natural, para que el cerebro no se enganche en el “infinito”.
No se trata de prohibir ni de bloquear todo, sino de hacer que el teléfono pierda un poco ese poder hipnótico que tiene sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
Lo que esto significa para las familias
Como padres, a veces sentimos que el problema es únicamente que los niños “no tienen fuerza de voluntad”. Pero,
¿qué fuerza de voluntad se puede tener contra un aparato diseñado para atrapar tu atención desde el primer segundo?
Por eso, estas nuevas formas de diseñar tecnología son una buena noticia: podrían ayudarnos a vivir de manera más equilibrada, sin tener que estar todo el día regañando o quitando móviles.
Y aunque estas innovaciones todavía están en estudio, ya hay cosas que podemos hacer en casa que van en la misma línea:
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Desactivar notificaciones innecesarias.
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Quitar colores llamativos a los iconos (pasar el móvil a escala de grises es un truco sorprendente).
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Usar apps que limitan el tiempo de uso o bloquean cuando ya se ha alcanzado el máximo diario.
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Crear “fricción”: por ejemplo, colocar contraseñas para abrir ciertas apps, de manera que el gesto no sea tan automático.
Una pregunta para ti
Imagina que tu hijo quiere jugar a un videojuego o abrir TikTok, pero el móvil no se lo pone fácil: necesita hacer un paso más, esperar un poco o no tiene ese estímulo brillante y llamativo que engancha. ¿Crees que eso cambiaría la forma en que lo usan?
¡Te leo en comentarios o en redes!