Publicado en

¿Qué hubiéramos hecho los jóvenes de 1980 si hubiéramos tenido la tecnología actual?

Spread the love

A veces me lo pregunto en voz alta. Otras veces, solo lo pienso cuando veo a mis hijos enganchados al móvil, viendo vídeos cortos sin parar, hablando por WhatsApp en lugar de salir a la calle o jugando en red con amigos que quizá ni conocen en persona.

Y entonces me entra la duda:
¿Qué hubiéramos hecho nosotros, los chavales de los años 80, si hubiéramos tenido todo esto?
¿TikTok? ¿Instagram? ¿Juegos online? ¿Google? ¿Pantallas táctiles?
¿Habríamos sido diferentes? ¿Habríamos aguantado mejor o peor? ¿Nos habría atrapado igual?

1. Vamos por partes… De las bicis a las pantallas

Nuestra generación creció a base de calle, tierra en las rodillas, chapas, canicas, fútbol en el patio y llamadas perdidas desde una cabina con diez pesetas.
No teníamos móviles, pero sabíamos perfectamente dónde encontrar a cada amigo. Bastaba con mirar dónde estaban todas las bicis tiradas en el suelo.

Imaginar ahora a nuestro yo de 13 o 14 años con acceso a internet, redes sociales y móviles es como soltar un hámster en un parque de atracciones. ¿Quién hubiera resistido?

2. Cuando la música se compartía… en persona

Nos grabábamos cintas de cassette, copiábamos discos en el radiocasete doble, compartíamos auriculares (de esponjita, claro), y si una canción nos gustaba, esperábamos días a que la pusieran en la radio para grabarla.
Hoy basta un clic para escuchar cualquier canción del mundo.

¿Y las fotos? Había que llevar el carrete a revelar y esperar. Las fotos eran limitadas, pensadas, con cuidado. Hoy se hacen 100 selfies y se borran 99.

3. ¿Hubiéramos sobrevivido al postureo?

En los 80 la autoestima se construía a fuego lento: con el grupo del barrio, en clase, en el deporte.
Hoy, cada adolescente puede convertirse en producto: número de “me gusta”, seguidores, filtros, comparaciones.

Yo creo que, si hubiéramos tenido esa exposición constante a miradas externas, también nos habría afectado.
Nos habríamos peleado por el móvil más nuevo. Habríamos querido ser populares en redes. Quizá incluso habríamos subido tonterías para llamar la atención.

4. ¿Más seguros o más vulnerables?

También es verdad que hoy hay cosas buenas: si te pasa algo, llamas al momento. Si necesitas ayuda para estudiar, lo buscas. Si tienes dudas sobre cualquier tema, hay cientos de vídeos que te lo explican.

Pero… también hay cosas duras. El ciberacoso. El sexting. La sobreinformación. La presión de estar siempre disponible.
En nuestra época, si alguien te insultaba en clase, al salir se acababa. Hoy, puede seguirte hasta la noche, hasta tu cuarto.

5. Entonces, ¿somos tan distintos?

Quizá no tanto. No ha pasado tanto tiempo, todo va muy rápido. 
Nos gustaba divertirnos, sentirnos parte de algo, rebelarnos un poco, probar, equivocarnos, aprender.

Solo que ellos ahora lo hacen con pantallas. Y a una velocidad que a veces nos cuesta seguir.

Por eso, cuando tu hijo o hija no suelta el móvil, antes de gritarle, acuérdate de ti mismo a los 14.
Piensa qué harías tú si te hubieran dado un teléfono con acceso a todo el mundo, a todas las canciones, todos los vídeos, todos tus amigos… en el bolsillo.

No se trata de justificar, sino de acompañar. Ellos necesitan lo mismo que necesitábamos nosotros: límites, afecto, escucha y guía.

6. Lo que sí tuvimos, y ellos también necesitan

Tuvimos padres y madres que nos esperaban a la hora de cenar, aunque a veces sin entendernos. Tuvimos rutinas, aburrimiento, silencios, conversaciones cara a cara.
Eso no está obsoleto. Eso es lo esencial.

Hoy tenemos que hacer el mismo trabajo, pero más complicado: educar en un mundo que no conocimos de jóvenes, que aprendimos ya de adultos.

Por eso la pregunta no es solo “¿qué hubiéramos hecho nosotros?”,
sino:
¿qué vamos a hacer ahora con ellos?

Me gustaría leerte en comentarios con tu opinión 😉

Deja un comentario