Los vapers o cigarrillos electrónicos son dispositivos que simulan el acto de fumar. Funcionan calentando un líquido que se convierte en vapor y se inhala. Y quizás lo peor no esté en la nicotina…
Ese líquido suele contener nicotina, sabores artificiales (frutas, chicle, menta…) y químicos que, aunque no siempre lo parezca, pueden ser muy dañinos para la salud. Aunque se promocionaron como una ayuda para dejar de fumar, hoy en día muchos adolescentes los usan sin haber fumado nunca antes.
De hecho, en muchos institutos se han convertido en algo “normal” o “de moda”.
¿Por qué es preocupante?
Contienen nicotina: aunque algunos dicen que no, la mayoría sí tiene nicotina, incluso en cantidades altas. Y esta sustancia es muy adictiva, sobre todo en cerebros jóvenes. Dan sensación de “inocuidad”, pero no lo son: muchos jóvenes creen que no hacen daño porque no tienen humo como el tabaco.
Sin embargo, el vapor contiene químicos que afectan a los pulmones y pueden causar problemas respiratorios, irritaciones e incluso enfermedades graves. Enganchan con los sabores: muchos líquidos tienen sabores dulces o afrutados que los hacen atractivos. Esto engancha rápido, y sin darse cuenta, el joven puede desarrollar una adicción difícil de romper.
Se usan a escondidas: su tamaño pequeño y la facilidad para disimular el vapor hacen que muchos adolescentes los usen en casa, en el baño o en clase sin que los adultos lo noten.