Soy policía tutor y, cada día, veo lo mismo: adolescentes pegados a sus móviles como si fueran una parte más de su cuerpo. En el recreo, en clase, mientras caminan… y lo peor, incluso cuando dicen que están “estudiando”. Sé que muchos padres están desesperados, preguntándose cómo competir con una pantalla que parece haber secuestrado la atención de sus hijos.

Pues bien, os voy a contar un pequeño relato inventado, pero que nos puede ayudar en nuestro día a día.
Hace unos meses, una madre entró en mi despacho con cara de agotamiento. Su hijo, Pedro, de 15 años, pasaba todo el día pegado al móvil. Decía que “estudiaba”, pero en realidad saltaba de TikTok a WhatsApp y de ahí a YouTube en cuestión de segundos. Cuando ella intentaba ponerle límites, él se enfadaba y se encerraba en su habitación. No había forma de hablar con él.
Después de varias conversaciones con Pedro, entendí el problema: no se trataba solo de un capricho, sino de un hábito profundamente arraigado. Su cerebro ya estaba acostumbrado a la dopamina inmediata que le daba el móvil, y estudiar sin distracciones le parecía imposible.
¿Cómo solucionar esto? Como siempre, cada caso es particular, pero aquí van algunas claves que han funcionado en muchos casos:
1. Entender que el móvil no es el enemigo, pero sí su uso incontrolado
El móvil no es malo por sí mismo. De hecho, puede ser una herramienta útil para estudiar si se usa bien. El problema es cuando se convierte en un ladrón de atención. Hablar con nuestros hijos sobre los riesgos del uso excesivo es clave, pero no con sermones, sino con datos y ejemplos cercanos.
2. Normas claras y realistas
No se trata de prohibir el móvil, sino de establecer reglas claras y razonables:
- Nada de móvil en la mesa a la hora de comer.
- Tiempo de estudio sin interrupciones (por ejemplo, 45 minutos de estudio, 15 de descanso).
- Uso del móvil solo en lugares comunes de la casa (no encerrados en su habitación).
- Aplicaciones de control parental (pero sin convertirnos en policías de nuestros hijos, sino como una herramienta de apoyo).
3. Estudiar sin distracciones: técnica del «Modo Avión»
Recomiendo una regla simple para el estudio: modo avión o el móvil en otra habitación. Si lo necesitan para buscar información, que lo usen solo para eso y luego lo aparten. Algunas apps como Forest o Flipd pueden ayudarles a concentrarse bloqueando redes sociales durante el estudio.
4. Dar ejemplo: el móvil también es un problema para los adultos
No podemos pedirles que desconecten si nosotros estamos pegados al móvil. Muchas veces los padres revisamos el correo o las redes sociales en la cena, o contestamos mensajes de trabajo a todas horas. Si queremos que nuestros hijos usen mejor la tecnología, debemos empezar por nosotros mismos.
5. Crear alternativas atractivas
El móvil se ha convertido en la principal fuente de entretenimiento para los adolescentes. Si queremos reducir su uso, debemos ofrecer alternativas reales: deporte, salir con amigos, actividades familiares que les motiven. No se trata solo de quitarles el móvil, sino de darles algo mejor a cambio.
6. Conversaciones, no imposiciones
Muchos adolescentes ven las normas como ataques. Si queremos que realmente nos escuchen, debemos hablar con ellos desde el respeto y el entendimiento. Preguntarles cómo se sienten, qué les gusta tanto del móvil, y buscar juntos soluciones. No es una guerra, es un proceso de aprendizaje mutuo.
Si sientes que tu hijo está atrapado en el mundo del móvil, no desesperes. Es un problema común, pero tiene solución. La clave está en el equilibrio, el ejemplo y la comunicación.
Y recuerda, como les digo a muchos padres en el instituto: «No se trata de pelear con el móvil, sino de enseñarle a tu hijo a usarlo sin que lo controle.»
Si necesitas consejo, no dudes en contactar conmigo.
¡Un abrazo familias!